Tito, el arquero
A Tito siempre le gustó jugar al fútbol. Desde muy chiquitito dormía con su pelota y soñaba con tardes de gloria para su equipo. Soñaba con hacer muchos goles y con convertirse en el héroe de la hinchada.
Por eso, le molestó un poco, aquella tarde cuando el entrenador lo mandó al arco, debido a la lesión del arquero titular. Y Tito fue de mala gana hacia los tres palos, como si se tratara de un castigo. En el fondo de sus pensamientos, creía que el arquero titular se iba a recuperar para el día del debut, en el torneo oficial. Pero no fue así.
Llegó el domingo esperado y Tito tuvo que hacerse cargo del arco de su equipo. Caminó hacia el extremo de la cancha y casi no saludó a su gente que estaba detrás. Apenas levantó su mano. Se puso a revisar la red, como para entretenerse con algo, hasta que empezó el partido.
Ya en la primera jugada tuvo que intervenir. Vio que el balón venía hacia él, muy rápido. Se estiró con esfuerzo y lo desvió con la palma de su mano. Cuando iba cayendo, como si fuera en cámara lenta, escuchó su nombre elevarse entre aplausos. De pronto, con todo el cuerpo en el piso, sintió el aroma a césped y a felicidad.
FIN
©Raúl Astorga
